jueves, abril 28, 2011

/miedo/

Miedo a qué. Miedo de qué. Miedo porqué. Miedo, dónde. Bajo la persecución, la disciplina, el mandato, la vanidad de lo normal. De frente a lo que es aún mayor que el propio cuerpo. Mirando una sombra que no es la propia. En la ciudad. En medio de la espalda de la noche. Como si no hubiera espacio a los lados y la tierra se abriese sin sostén. Obligación de permanecer quieto, inmóvil. Imposibilidad de recordar u olvidar. Detención jamás deseada. En el niño: miedo al reto, al rostro demasiado serio, al abuso, al abandono, a ser quitado del juego, a que se rían, a que se enojen; miedo al sueño, a la pesadilla de los mitos universales, al despertarse y no sentirse, a la burla seguida de golpe, al golpe seguido de burla, a la letra que con sangre sangra, a la llegada del cuerpo, a la partida del cuerpo; miedo a un próximo paso interrumpido por el desierto de los suelos, miedo a perderse en la ciudad y en el mar, miedo transmitido de miedo a miedo , temblor heredado, miedo mayúsculo a Krónos, a próceres cejijuntos, a guerras. Miedos deshechos por el hacer de la infancia. Risa en lugar de miedo. Juego en lugar de miedo. Compañía en lugar de miedo. Abertura infinita de párpados, asombro, brazos extendidos, caminar, caminar, salir a una calle con pájaros, desoír los adultos adustos agravios, hacer de cuenta que aquí no pasa nada, hablarse a sí mismo en un lenguaje personal e intraducible, dibujar, dibujar, patearlo todo, rabieta, iracundia, llanto hacia dentro y fuera, todo en vez del miedo. Los adultos tienen más miedos: crecen con miedo, mueren con miedo. Miedo a la exagerada luz, miedo a la tosca oscuridad. Miedo a la palidez creciente, miedo a la rebelión. Miedo a la ciudad, que esparce miedo por sus megáfonos de miedo. Miedo a la soledad en ciernes que aprieta el alma hasta desdibujarla. Miedo de ser y miedo de no ser. Miedo a la calle en intenso declive y miedo a la ascensión de la emoción. Los primeros lectores sentían miedo. ¿Tendrán miedo los últimos? El infausto dictador, cualquiera de ellos, tenía miedo del miedo de la lectura de otros. El libro fue ahogado en la hoguera. Todos sintieron miedo del fuego lector. Miedo porque hay dios y miedo porque los dioses nada nos dirán y miedo por que se ha muerto todo dios. El susto es impostor. La risa torpe es parte de su idioma. Toda lengua se debilita, se contorsiona, se seca. Dejar el miedo en reposo. El miedo no como respuesta, sino apenas como pregunta balbuceante. Dejarlo aparte, no ignorarlo, no transparentarlo, no desquiciarlo, pero aparte. Hacer que el miedo interrogue, que se traduzca. El miedo puesto en palabras, tiene miedo de sus palabras. El miedo ni es extranjero ni es familiar. Está en la frontera persistente entre un abismo y lo que es ambiguo. El miedo debería ser anterior: ser y ser anterior. Miedo al amor antes del amor. Miedo al destino antes del destino. Miedo al suicidio de la hojarasca antes del invierno. Pero también el miedo es un durante: durante el amor miedo a perder el amor. Durante el destino miedo al destino. Durante la hojarasca miedo al invierno. No puede haber miedo al enseñar y ser enseñado. Vivir es hablar del miedo a vivir. Durante el vivir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A veces niego mi propio miedo... Supongo que tengo miedo de tener miedo o que los demàs sepan lo cobarde que soy.